Cómo entrar en estado de flow al escribir: una guía muy personal para lograrlo (y qué carajo es de verdad el flow)

Alegoría generada con IA sobre cómo conseguir entrar en flow al escribir que representa un cerebro radiando ideas ante una máquina de escribir.

Hay gente que quiere entrar en flow rapeando. Si estás aquí seguramente quieras conseguirlo escribiendo. Esta es mi guía nada secreta pero 100% práctica para lograrlo.

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¿Sabes esa sensación de que pasa el tiempo volando al estar frente al teclado?

Hoy hablamos del flow al escribir y crear de la mano de la persona que lo indentificó: Mihály Csíkszentmihályi.

Aunque vamos a llamarlo Miguel para abreviar…

Miguel es, como psicólogo, autor de la teoría del flow, o flujo o, como también la llaman los deportistas, «estar en la zona».

Qué narices es eso del flow si no estamos hablando de rap

➥ Definción rápida: El flow es ese estado mental en el que en nuestro cerebro ocurren una serie de cosas que hacen que juguemos, trabajemos o, simplemente, estemos haciendo algo de la forma más plena posible que nos permite nuestra biología.

Y no va solo de conseguir una atención especial sobre lo que estamos haciendo, sino casi formando un uno con lo que estamos realizando.

Por ejemplo:

  • Estar en flow es lo que produce que un futbolista tenga una de esas noches que parecen de videojuego
  • Que nos pongamos a jugar con un niño y nos convirtamos nosotros en niños por unos instantes
  • O, en el ámbito laboral, que tú o yo estemos tecleando como unos posesos, sin mirar el reloj en ningún momento, juntando líneas a la velocidad de la luz y con todas, aparentemente, encajando a la perfección.

En síntesis: estar en flow es estar completamente inmersos en algo y «fundiéndonos con lo que estamos haciendo», según dice Miguel, quien documentó este estado de varias formas.

Cómo intento fomentar el flow: receta exprés

Empecemos por el final, el flow está relacionado con la atención, algo que podemos entrenar, pero que al final, parece tener su vida propia.

Al escribir, podemos irnos por las ramas muy fácilmente…

Mirar el móvil, atender una llamada, abrir una pestaña del ordenador para ver qué nos depara…

Nuestro cerebro está cableado para que busquemos recompensas con cosas sorprendentes de forma continua. No le gusta estar centrado, al menos al principio, aunque sospecho que una vez dentro del flow disfruta un montón. Como un niño que no quiere jugar con un juguete concreto hasta que de pronto no puede separarse de él.

Esto es lo que yo hago:

  • Primero, me aíslo. Dejo el móvil en un cajón durante unas horas al día. Cuando quiero escribir rápido mi teléfono está configurado para solo recibir llamadas. Nada más. Hay gente que usa música. A mí, en ocasiones, música instrumental me ha ido bien.
  • Luego, escribo. Lo que sea, me pongo a darle a la tecla, sin revisar. Si es posible sobre el tema que tengo que escribir, pero si no me sale, dejo los dedos libres. Parece una locura, pero cuando te quieras dar cuenta llevarás 100 palabras, 200, 500…
  • Utilizo frases disparadoras y conectores y transiciones. Esto es algo más complejo que descubrirás, si quieres, en lo que te cuento unos párrafos más tarde.
  • Visualizo el comienzo de lo que voy a escribir antes de volver a empezar: si he empezado un texto y he tenido que parar, hablo conmigo mentalmente sobre cómo voy a seguir. Hace que llegues al teclado con ganas de volcar lo que tienes en la mente.
  • Y, si esto no me funciona y me distraigo: quito internet. Acumulo todo lo que voy a necesitar y quito el Wifi. Es simple y efectivo.

Entiende a fondo el flow y cómo puede elevar tu escritura

En la newsletter (si no estás suscrito, es aquí) ya hemos hablado del concepto de flow de nuestro amigo Mihály Csíkszentmihályi, al que seguiremos llamando Miguel.

Miguel desarrolló este concepto en los años 70 a partir de sus investigaciones y entrevistas con personas que parecían experimentar este estado y lo describió en su libro Flow: The Psychology of Optimal Experience.

Yendo más a fondo, podemos definir el estado de flow como un estado mental de total absorción y enfocamiento en una tarea o actividad concreta. En él se supone que llegamos a perder cierta consciencia de nosotros mismos por lo enfocados que estamos —se nos olvida, por ejemplo, comer—, del paso del tiempo —de pronto han pasado muchísimas horas— y durante ese momento parece que experimentamos una sensación de bienestar y satisfacción alejada.

En resumen, una concentración de máximo nivel que es efectiva y gratificante. Estamos absortos por lo que hacemos. Seguro que lo has experimentado alguna vez y que tienes tus propias señales que te hacen pensar que has estado unas horas haciendo algo como si fueras una bestia parda que solo se dedica a hacer eso.

En mi caso, percibo por ejemplo que, además de que se me pase el tiempo enseguida, estoy realmente contento cuando escribo en estado de flow y, a veces, empiezo a meter humor y ser más creativo y original en textos que de ninguna forma pensaba que se fueran a prestar a eso antes.

Pero la pregunta es, ¿cómo podemos fomentarlo?

Cómo fomentar el flow al escribir: ahora con la receta detallada

Los experimentos de Miguel dejaron una cosa clara. El flow se produce con más facilidad realizando tareas que nos son retadoras, pero que también sentimos que podemos llevar a cabo si nos esforzamos.

Los videojuegos son tan absorbentes para mucha gente, por ejemplo, porque están moviéndose siempre en la siguiente línea:

Flow = Reto + Esfuerzo dentro de nuestros límites

No se da, por ejemplo, cuando vamos más allá de nuestros límites, según los experimentos de Miguel. Por ejemplo, esto lo observó trabajando con atletas a los que le pedía mejorar sus marcas. Debían hacer un esfuerzo muy consciente y con mucho desgaste para hacerlo.

El flow se daba, sin embargo, cuando no hacían un 11, sino un 10 o un 9, pero con una eficiencia y una calidad abrumadora.

Es por eso que es complicado que el flow surja cuando, por ejemplo, estamos redactando un artículo para un blog cuando es un tema que no nos motiva o que ya hemos redactado varias veces.

Muchas veces no entras en flow porque te falla el factor de reto

En estos casos, lo podemos fomentar así:

  • Marca un objetivo claro: acabar un post, informe…
  • Ponte como reto hacerlo en menos de X minutos (ya tienes ahí tu factor de reto)
  • Prueba a añadir estructuras o formas de escritura distintas: por ejemplo, intenta empezar todos los párrafos con frases cortas y concisas.
  • Intenta hacerlo incorporando alguna herramienta de escritura nueva (le añade un factor de novedad y necesidad de control sobre algo nuevo)

Otras veces no entras en flow porque la tarea que tienes por delante es enorme, hercúlea, titánica, inabarcable…

(Vamos, que te puedes pasar más rato buscando sinónimos por procrastinar que ponerte a empezar).

Sí, también hay momentos en los que una tarea —el monstruo de la pantalla del videojuego, o la marca a superar por un atleta— es tan enorme, que es el factor de esfuerzo el que no se cumple. Ahí toca fomentarlo de otra forma.

Aquí algunas fórmulas que me funcionan para invocar al flow en estos casos:

  • Divide este texto en pequeñas partes, eso sí, concretas.
  • Usa esas partes para dividir el texto en capítulos o encabezados, y aprieta para completar al menos uno.
  • Escribe 100 o 200 palabras sobre el tema sin preocuparte de si estás bien documentado ni de si se está prendiendo fuego tu casa.
  • Prepara la documentación, copia y pega extractos de esta en tu documento de escritura, ordénalos por cómo deberían exponerse o contarse y ve uniéndolos. Como la serpiente de los antiguos juegos del Nokia.
  • Proponte escribir durnate 25 minutos sin levantarse de la silla.
  • Cuando hayas acabado con la primera parte en la que dividiste el trabajo, fuérzate a arrancar la siguiente.

A no ser que sea algo realmente difícil, esto me funciona en la mayoría de ocasiones y suele generar cierto efecto bola de nieve que fomenta que ya arranque y no mire atrás durante un buen periodo de tiempo.

Dicho esto, hay algunos patrones comunes que debemos tener en cuenta para no espantar al flow:

  • Si puedes, reúne la información y desconecta internet
  • Deja el móvil en un cajón
  • Procura que no haya interrupciones
  • Esto suena a gurú, pero mentalízate y dite a ti mismo antes de arrancar que vas a darle a la tecla como si fueras el mejor y más eficiente escritor que hay en la faz de la Tierra.

Ahora desarrollaremos estos puntos, pero… ¡Ey, espera, no te vayas a escribir tan motivado! O bueno… ¡Sí!

Forzando el flow: porque no siempre nos va a gustar escribir lo que tenemos que escribir

Si trabajas escribiendo seguro que sabes que la imagen romántica y las musas y los musos llevándote en volandas está lejos de la realidad.

↳ Muchas veces nos toca escribir y redactar contra el crono porque tenemos que entregar un texto o publicar un reportaje.

Es lo que hay.

Aquí la opción para lograr el flow es muy sencilla: Bebe hasta perder la conciencia sobre lo que estás escribiendo, como hacía Stephen King.

No, esto en realidad no lo aconsejo. La mayoría de nosotros creo que, si hiciéramos eso no solo no escribiríamos algo bueno, sino que dejaríamos de escribir.

Hablando en serio, hay veces que nos toca ponernos manos a la tecla sin ganas. Ahí es donde nuestra tarea se vuelve algo mecánica, y aunque ChatGPT o la Inteligencia Artificial puedan ayudarnos en estos casos, como escritores nos va a tocar revisar y darle algo de vida a ese texto.

Para estos casos, hay algunas técnicas que pueden funcionar bien de inicio. En mi caso:

  • Me repito por qué escribo este texto: si no me apasiona en ese momento, pienso en cuánto voy a cobrar por él y lo bien que me iría acabarlo lo antes posible. O, si hay cierto compromiso o lo llevo arrastrando, lo liberado que me voy a sentir al terminarlo. Eso sí, antes de arrancar.
  • Uso frases disparadoras. Es decir, si quiero escribir un tema sobre las mariposas de Jaén y en el texto hay unos párrafos que van sobre su reproducción, lo arranco con una frase simplona. Yo la llamo Topic. Es la idea sin más. Por ejemplo: «Las mariposas de esta zona se reproducen de forma distintas». Y fin. Empezar así, quizá no sea lo más poético, pero ya está el tema planeado y solo tengo que desarrollarlo.
  • Uso conectores y transiciones. Seguir los párrafos siguientes con locuciones o adverbios del estilo: «sin embargo», «pero», «de hecho», «de este modo»… De nuevo, no serás García Márquez, pero interiorizar arrancar párrafos así cuando se presta hace que podamos saltar sin tener mini-bloqueos de reglón en reglón. Te aseguro que ayuda.
  • Visualizo el comienzo de lo que voy a escribir antes de volver a empezar: si he empezado un texto y he tenido que parar, hablo conmigo mentalmente sobre cómo voy a seguir. Hace que llegues al teclado con ganas de volcar lo que tienes en la mente.
  • Uso temporizadores pomodoro: tramos de 25 minutos donde intento no levantar la vista de la pantalla ni los dedos del teclado.

Esto, como vías rápidas para ir surfeando el texto. Pero hay además otros aspectos que podemos manejar influyendo en nuestro entorno:

Crea rutinas donde te conviertes en un monje escribano

Crear rutinas y rituales para pasar un par de horas escribiendo estando lo más concentrado posible es de lo mejor que podemos hacer para nuestro yo del futuro. En concreto, para el de dentro de solo unas horas.

Algo que hago en épocas en la que un texto se me ha atragantado especialmente es dedicar la primera hora del día a trabajar en él. Sin tocar el móvil antes. Sin tocar un libro antes. Sin mirar nada antes. Solo un café y darle a la tecla.

En realidad, prefiero dedicar ese momento para escribir textos que me requieran mayor frescura mental porque funciono mejor de mañana, pero hay etapas donde la responsabilidad (y la falta de disciplinas de días anteriores) aprieta.

Además de esto, crear un ritual diario para escribir puede ser un gran método. Saber que por dos o tres horas al día tu único trabajo es escribir. Y en ese momento serás el mejor creando texto del mundo. Es tú trabajo. Da igual si el texto merece la pena o no. Es lo que tienes que hacer durante ese periodo de tiempo y no hay más.

Foméntalo creando rituales y lugares comunes. Una taza de tu bebida favorita, saber que al acabar vas a comer algo que te gusta, o que te espera una tarea apasionante, puede ser un buen enfoque.

Qué es la atención residual: el flow es un lugar al que cuesta llegar y del que es muy fácil marcharse

Brandon Sanderson, el autor de referencia en la fantasía actual, cuenta que tras algunas discusiones y darle mucho las gracias tiene pactado con su mujer que, cuando está escribiendo, no lo interrumpa ni un instante.

«Es sencillo. Me cuesta conseguir entrar a fondo en el estado de escritura (flow) unos 45 minutos. Y cualquier mínima distracción hace que me cueste al menos otros 15 minutos volver. Al final mi mujer y yo concluimos que lo mejor era que trabajara casi encerrado para poder disfrutar de más tiempo juntos», cuenta.

Esto se debe a que el foco que nos permite el flow se basa justo en eso, en estar enfocado en una única cosa. Cuando cambiamos de tarea —y ahí aparece el maldito multitasking— parte de esa atención se queda en ella. Es lo que autores como Austin Kleon denominan Atención Residual.

Nuestra fuerza de voluntad, además, se va agotando con estos cambios de contexto y atención, lo que acaba causando esos días en los que ves que estás haciendo muchas cosas pero que, en realidad, no estás haciendo ninguna a fondo.

Frustración y falta de foco. Muchas efes juntas en contra del propósito que supone sacar cualquier texto adelante.

Tener todos los mecanismos para formentar un estado de flow al escribir te ayudará a sacar más trabajo adelante, mejor y con menos esfuerzo. Y sí, también dejar a un lado esos sentimientos negativos.

Espero que te haya gustado esta guía sobre cómo entrar en flow al escribir. Si tienes cualquier duda, puedes dejarla en los comentarios.


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